lunes, 20 de febrero de 2012

Ahora que las gaviotas cagan

"No queda otro remedio"..

¿Qué os parece? A mí me desconsuela. Me deja atónito. No voy a decir desilusionado, porque ilusión no me aporta este señor, pero sí preocupado. Porque me detengo un poco en lo que dice y en lo que esconde su frase y mis vellos se ponen para colgar llaveros.

Como mínimo me parece sorprendente porque creo que una frase así le descalifica. Y descalificarse a uno mismo ya es de torpes, pero siendo presidente del gobierno debería llevar aparejada una multa por incompetencia manifiesta autodeclarada voluntariamente. 

Porque decir que las decisiones no las toma uno, sino el devenir de los acontecimientos significa admitir, quizás involuntariamente, por un lado, que eres un cobarde y por otro, un incompetente. Cobarde porque no eres capaz de tomar decisiones por convencimiento; porque te escondes, para justificar tus actos, en que no hay otro camino, porque no tienes las agallas suficiente para decir que aquí estoy yo y mi gobierno y esta son mis/nuestras decisiones. No. Ante la situación grave que nos afecta usted prefiere meter miedo y gritar que fuera responsabilidades, que pringarse lo justo, que la decisión no es suya, es simplemente "lo que hay que hacer". E incompetente porque esconderse tras una frase como esa lleva implícito asumir que no eres capaz, que no estás preparado para hacer cosas distintas, que simplemente haces lo que cualquiera haría, como si hubiera solo una salida para el problema que tenemos en lo alto, una salida ni buscada ni trabajada, sino impuesta.

A este cóctel no olviden añadir un muchito de miedo inculcado en la sociedad y como resultado tendremos un pueblo, una sociedad, con los pantalones bajados y con vaselina en la mano esperando, claudicados, que no sea muy doloroso. Todo asumido y los silicios preparados, abrochándose el cinturón porque es la única salida, dejándose apalear porque eso es de sociedad responsable, concienciada... ¡dos cojones ahí!, como diría mi padre. Y así, con la técnica más antigua del mundo, nos lo repiten, tripiten y cuatripiten hasta que de tanto escucharlo nos lo creeemos y  nos queda grabado en el subconciente. Y al final, en palabras de Sabina, "una mentira cien veces repetida se convierte en verdad". 

Y yo digo que no. Que siempre hay otra salida. Que la creatividad de los individuos debe siempre aportar un halo de esperanza diferente, una vuelta de tuerca más a los asuntos.

Señor Presidente, solo una cosa: hable cuando lo que vaya a decir  sea más interesante que el silencio.
Lunes 20 de febrero de 2012