miércoles, 6 de mayo de 2009

Vísteme despacio...

La escuela pública está siendo arrastrada poco a poco, muy poco a poco, sin prisas pero sin pausa, por la escuela privada. Y un claro ejemplo son las prisas que nos están contagiando. Ahora está de moda que los niños y niñas sepan leer y escribir en preescolar (¡uy qué antiguo soy!!) en Educación Infantil, digo. Y a mí esto empieza a darme un poco de canguelo... o como mínimo, de respeto.

No me gusta encontrarme con niños en el primer ciclo con dificultades de aprendizaje en lectoescritura por traer déficits en los prerriquisitos básicos. No me gusta que expongamos a críos sin esos prerrequisitos a procesos de enseñanza aprendizaje que obvian la procedencia, las ideas previas de nuestros críos o su bagaje curricular. En primaria tenemos el defecto de empezar a trabajar con los críos la enseñanza de la lecto-escritura dando por hecho demasiadas cosas y obviando muchas otras, y yo ya no sé qué es peor.

Para enseñar a leer y escribir un crío debe tener un nivel adecuado en percepción visual (que le permita diferenciar una p de una q, por ejemplo); de percepción auditiva (que le permita diferenciar el sonido /b/ del sonido /p/, muy similares fonológicamente hablando); una buena memoria (para retener la asociación arbitraria establecida entre letra -grafema- y sonido -fonema-); capacidad de atención y concentración suficiente para enfrentarse a tareas individuales y desechar estimulos irrelevantes o distractores; o una buena comprensión verbal o expresión oral. Pero además, debe poseer una buena organización espacial (izquierda, derecha, arriba, abajo, delante, detras...) y una buena organización temporal (antes, después, ahora...) que le permitan trasladar el plano vivencial al papel (porque el arriba en tu espacio vivencial es distinto al arriba de un folio, por ejemplo).

Y todos estos objetivos, sin duda de la Educación Infantil y del primer Ciclo de Primaria, los estamos dejando de lado para dedicar más tiempo y esfuerzo a la enseñanza de la lecto-escritura. Y es que vende mucho más una escuela en la que los niños de 5 años ya saben leer que otra en la que los niños aprenden a leer a los 6 ó 7 años. Independientemente de los que se quedan en el camino, de los que no van, porque ir pa ná es tontería.
En educación,
el fin no justifica los medios
Jueves, 07 de mayo de 2009