martes, 26 de enero de 2010

Generación NI-NI

Ayer vi un rato, zapeando, el nuevo programa que emite la Sexta sobre adolescentes que NI estudian, NI trabajan. Yo creo que le añadiría un NI más, porque me dio la impresión que NI tienen intención de hacerlo. Generación NI-NI-NI.

Padres indefensos y sin herramientas. Yo vengo intentando defender de hace mucho tiempo que padre no se es por ciencia infusa. Educar no es sencillo. Criar sí. Seguramente con satisfacer las necesidades básicas tendríamos suficiente. Aquellas que Maslow situaba en la base de su pirámide, aquellas relacionadas con nuestras necesidades vitales, fisiológicas. Pero como se aprecia, según Maslow, ningún ser llegaría a la autorrealización quedándose en la base de esta pirámide. Tendríamos que ayudar a nuestro hijo a subir algunos escalones más. Y esto solo sabré conseguirlo si sé educar. Si me olvido de criar y educo.



Porque criar no es lo mismo que educar. Aunque una englobe a otra. Si crío no tengo por qué estar educando, pero si educo, obligatoriamente crío.

Y si no sé educar, si tengo problemas, si me encuentro perdido, ¿por qué no pido ayuda? ¿No lo hago para mi coche? ¿no lo hago para arreglar la gotera? ¿No lo hago para la renta? ¿por qué no para mi abordar la educación de mi hijo? ¿Me sentiré fracasado por pedir ayuda? ¿Me tacharán de un "padre poco respetado" si lo hago? ¿Me verá mi hijo como un incapaz, como un mal padre?

Alguna de estas u otra pregunta parecida será clave, supongo. Pero lo que sí estoy seguro es de que aún no estamos acostumbrados a pedir ayuda, consejo o simplemente a buscar desahogo en profesionales cuando no sé por dónde tirar con mi hijo, cuando mis dudas me asaltan. ¿Lo estaré haciendo bien?. La educación es una ciencia y muchas veces como tal necesita un método. Evidentemente hablamos de una ciencia social, humana, por llamarla de algún modo, y por ello llevar a cabo un método dista mucho de  la realización de trabajos técnicos en un laboratorio químico o en un  estudio de arquitectos. Pero una cosa no quita la otra.

El método de investigación de un químico o los proyectos de un arquitecto están plasmados en papel y calculados al mílimetro. La ejecución debe ser, normalmente, exacta y precisa según lo proyectado. La realidad se parece mucho al papel, porque la mano humana debe quedar fuera. En educación, no. Evidentemente. Yo ni pido ni creo siquiera que un padre al nacer tenga que recoger en un papel el método para educar a sus hijos. Claro que no. Faltaría más. Pero sí es bueno que existan algunas cosas claras en la familia, para que todo discurra sobre todo en familias donde puedan darse diferentes puntos de vista.

Sentido común, criterios coherentes y, sobre todo y ante todo, no olvidar nunca que somos padres y que nuestra relación con nuestro hijo no será nunca de igual a igual. Siempre deberá existir una jerarquía, porque yo mando y él obedece, porque yo pongo los límites y él los acata. Para eso soy su padre. Y así, además, lo dice la ley, por cierto. Ahora, desde hace tiempo, nos da miedo poner límites, porque no quiero parecer autoritario. ¿Perdona? Es que un niño necesita esos límites, porque no sabe qué es malo y qué es bueno. Porque para un crío lo malo es lo que su mamá (papá, abuelo, maestro, etc.) le dice que es malo y lo bueno es lo que su mamá (papá, abuelo, maestro, etc.) le dice que es bueno, sencillo. Y si no lo entiendo así, me equivoco, porque lo dejo crecer en un ambiente libre, sin normas, y  mi hijo, que se acostumbra a lo bueno,  guarda en su interior que las normas, para otros.

Y la bola crece y se hace grande. Y al final, acabo viendo por la tele a mi hija (con otra cara y otro cuerpo, quizás) en un programa de la Sexta. Aunque, si tengo suerte, a lo mejor, quién sabe, el día de mañana tiene una portada de Interviú o una silla al lado de Belén Esteban, en Sálvame (qué nombre más paradójico, ¿no?). Y ya nadie me podrá decir que soy un padre fracasado, aunque el silencio del espejo me lo grite todas las noches antes de acostarme.

Ayer era el puchero, el ratito de play, los deberes, los primeros gritos, las primeras desobediencias... Hoy son los porros, las horas de discoteca o los gritos e insultos...

"Niños pequeños problemas pequeños,
niños grandes problemas, grandes."
Emilio Calatayud. Juez de Menores de Granada.
Martes, 26 de enero de 2.010

jueves, 21 de enero de 2010

Dicen que somos tipos raros

A mí me gusta escribir, quizá por esto nace este blog. Me gusta escribir y me gusta la educación (en todas sus acepciones). Así que tú lector, que seguro de lógica andas sobrado, habrás concluido que, por tanto, me gusta escribir sobre educación.

Este blog nace para ordenar el anterior y para ordenar mi desahogo.

Pero fundamentalmente nace para decir que a mí me gusta mi profesión e incluso, disfruto trabajando.

Y para, según qué día, decir también que llega un momento en que estás hasta las pelotas de aquellos infelices que, como no tienen cojones de luchar por defender sus intereses laborales, dedican gran parte de su tiempo a despotricar, siempre desde la envidia, sobre las condiciones laborales de los maestros. Con lo fácil, lo maravilloso, lo cómodo, lo ideal, lo perfecto, lo paradisiaco, lo magnífico y lo estupendo que es ser maestro, solo un tonto no lo sería.

Así que al menos me queda el consuelo de saber que yo no soy tonto... ¿y tú?

Y también para gritar la bajada de pantalones continua de la administración educativa ante las exigencias de la familia y la conversión, sin disimulo, de la escuela en aparcamiento de niños.

Quizás lo que soy es un tipo raro...



A mi hermano, 
por tener una buena imagen de mí,
aunque sea maestro..
Jueves, 21 de enero de 2.010